Pienso
en ti cuando me levanto y cuando me acuesto.
Te echo de menos a la hora de de desayunar y a la hora de comer y a la hora de cenar.
Sí hijo
mío, porque te quise, y te quiero, con
todas mis fuerzas te echo de menos.
Aunque sé que lo
peor era que me hubieras sobrevivido y que esa era mi mayor preocupación cuando
vivías.
Aunque
sé que, a pesar de que estabas rodeado del amor de tu familia y de todo tipo de
comodidades y atenciones, no eras feliz.
Porque sabías que eras diferente, porque querías volar pero habías
nacido sin alas. Porque querías
tener trabajo y casa propia
y familia, y amigos… Porque querías ser independiente,
como los demás … y sabias que no podías.
Sí hijo
mío, lloro por ti y por todos los que como tú nacen sin destino , sin posibilidades de tener una vida plena.
Porque, aunque algunos, faltos de todo tipo de empatía, crean que no sienten ni padecen, sí que
sienten y sí que padecen.
Todos
tenemos derecho a la vida, a una vida plena, con días felices y días dolorosos,
acertando o equivocándonos… sí, pero siendo independientes.
UNA MADRE