Sólo tiene quince años, medio inglés, medio español .
Es blanco y dorado por fuera y por dentro, mezcla equilibrada de sus padres que lo han criado con todo el amor del que han sido capaces , en una urbanización llena de niños y de espacio, en la que pudo administrarse su propia libertad de forma paulatina.
Ha viajado mucho por Europa, América, Asia y África. Sabe de las gente y de la vida, de la insatisfacción permanente los que ocupan los hoteles de lujo que protestan por todo y de la sonrisa de los extremadamente pobres que no tienen nada.
Yo lo conocí este verano y me quedé prendada de su personilla: afable, cariñoso, educado, simpático, responsable, generoso, activo, sincero, capaz de divertirse aún con una peli de dibujos animados y a su vez de conversar con los adultos exponiendo sus ideas con un criterio impropio de su edad.
Este verano descubrió su adolescencia, y fue feliz…, sin complicaciones, simplemente feliz.
Un auténtico tesoro que resplandece.
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