miércoles, 26 de octubre de 2011

Los viajes de Viole

Dejamos Madrid y salimos hacia Andalucía después de un suculento desayuno en el Hotel. Nada que objetar: abundante, exquisito y en un comedor muy lujoso. Yo creo que nos pareció tan opíparo porque estaba incluido en el precio de la habitación. Con lo poco que yo como, en otro caso, jamás habría desayunado en un bufet tan carísimo. Y luego… carretera y más carretera.

Para un asturiano, el paisaje de Castilla- la Mancha en septiembre es abrumador por su sequedad, pero en un momento dado empezaron a surgir campos con viñas que iniciaban el declive otoñal


Eran más de las dos de la tarde y empezamos a pensar que había que comer algo así que miramos el mapa extensible ( esa era la tecnología del momento) y decidimos acercarnos a Valdepeñas, al menos comeríamos con buen vino de la tierra
En Valdepeñas entramos y salimos sin enterarnos de dónde estábamos, no sé qué clase de camino tomamos, pero en algún momento avistamos una especie de molino con un letrero elevado que ponía RESTAURANTE y no lo pensamos más. La comida bien, sin más, y el vino aceptable. En conjunto nada para recordar.

Poco a poco abandonábamos la sequedad de castilla y nos adentramos en el desfiladero de "Despeñaperros"













"ANDALUCÍA, QUE ALEGRIA" rezaba un gran cartel de la Junta Andaluza y es verdad que sentías un regustillo en el estómago।

Seguimos autopista adelante y casi sin darnos cuenta nos vimos rodeados de olivos de forma que todo el horizonte se cubrió de ese verde característico।


















Olivos, olivos y olivos como única vegetación, ¡Qué barbaridad!, tocamos a muchos por habitante y, con lo que tardan en crecer, es posible que muchos de esos árboles tengan más de cien años. Según nos contaron posteriormente en el "Museo de la cultura del olivo de Baeza", el aceite alcanzan su máxima productividad entre los 65 y 80 años y a partir de esa edad los rendimientos decrecen, pero tardan aún bastante tiempo en dejar de ser productivos
www.museodelaculturadelolivo.com/

Un letrero anunciaba que Úbeda y Baeza eran recintos históricos (en el 2003 fueron declarados Patrimonio de la Humanidad) y, aunque no pensábamos visitarlos, nos apeteció saltarnos la ruta prevista e ir a dormir por esos parajes ricos en historia.

Antes de llegar a Bailén, tomamos la Carretera que va a Linares y a eso de la media tarde llegamos a Baeza. Entramos en un bar para reponer fuerzas. Antes de que pidiéramos nada y de forma automática, nos pusieron delante de las narices, y nunca mejor dicho, sendos platillos con un trozo de queso pringado de aceite, ¡riquísimo! Como es natural pedimos algo y luego nos fuimos a buscar hotel o cosa similar. Y..., ¡mala suerte!, había no sé qué congreso y las plazas hoteleras estaban copadas por los congresistas. Al fin, y después de dar muchas vueltas, encontramos plaza en un hotelito llamado "Del Arco" y fuimos afortunados porque estaba bastante bien. Salimos a picar algo a modo de cena y entramos en un bar-restaurante ubicado en la plaza central. Nada más sentarnos, un camarero muy solícito nos puso un plato con dos trozos de queso pringado de aceite mientras nos preguntaba qué era lo que queríamos. Como soy amante de lo exótico, porque eso de ser ama de casa pura y dura es un poco aburrido, pedí algo típico de la zona.
-En ese caso le ofrezco una exquisita dorada.
-¿Dorada? -pregunté asombrada- ¿Cómo puede ser la dorada algo típico de Jaén que está tan lejos de la costa?
-Le aseguro que es lo más típico -contesto el camarero azorado.
-¿No tienen nada de lo que se come aquí de toda la vida?
-No sé, si se refiere a carne de orza, migas, perdiz, bacalao…
-Pues sí, más o menos.
-No. El bacalao está agotado y los potajes y migas hasta el invierno… Puedo preguntar si tenemos carne de orza.
Carlos me daba pataditas por debajo de la mesa para que dejara en paz al camarero y pidiera algo de la carta sin más.
-¿Y qué es eso?
-Pues carne de cerdo.
- No sé, un poco fuerte para cenar… Gracias. Queríamos algo para picar... ligero. ¿Tu qué quieres? -le pregunté a Carlos.
Para simplificar, después de mucho mirar, tomamos pan tostado con aceite y tomate y una ración de jamón de bellota de Jabugo. Una cena deliciosa.

Hacía calor, así que dimos un largo paseo por la zona monumental y luego al hotel a tomar un café y a dormir
http://www.baeza.net/

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