lunes, 30 de noviembre de 2009

PAQUITA ALFARAZ ESTEBAN: Una profesora ejemplar.

MI PROFESORA DE INFORMÁTICA


Francisca Alfaraz Esteban, Paquita para los amigos y gentes en general, se metió en la enseñanza de la informática por casualidad. Cuando tenía dieciséis años entró en Albo y paralelamente empezó a formarse en esto de los ordenadores de forma autodidacta, simplemente por afición. Un día su cuñada le ofreció entrar como profesora en un centro de informática y ella no se lo pensó dos veces.


“La informática, como casi todo, se aprende trabajando mucho. Si es verdad que una vez metida en esto he hecho muchos cursos porque es lo que cuenta para que te consideren a la hora de buscar trabajo, da lo mismo que lleves trabajando veinticinco años, es el mundo de la titulitis. Yo creo que eso es una estupidez, pero las cosas están así”.


Tiene un buen humor innato, siempre está sonriendo, no se enfada jamás aunque tenga que repetir una y otra vez la misma cosa y sea consciente de que no has estado muy atenta.


“No es para tanto, pero creo que es algo innato. De todas formas, como yo fui muy mala estudiante, supongo que algo aprendí, con malos modos no se consigue nada"



Yo creo que los vecinos de Carreño no son conscientes del valor de lo que les está ofreciendo el Ayuntamiento Se pretende que la informática llegue a todo el mundo, hasta el rincón más perdido del concejo y mantiene una oferta increíble. No nos damos cuenta de que se ofrecen unas oportunidades de formación que a nivel privado serían muy costosas. En casi todas las parroquias hay aldeas digitales en donde se dan cursos de formación sin que sea necesario personarse en el Telecentro.



“Así es, y los cursos se anuncian convenientemente en la página web del ayuntamiento. Es una pena que no se aprovechen más porque en casi todas las casas donde hay niños en edad escolar hay ordenadores”.


Los adultos que no se animan no se dan cuenta de que están perdiendo la oportunidad de actualizarse en algo que dentro de muy poco tiempo se va necesitar para casi todo. Sin ir más lejos, hoy en día ya se pueden hacer cantidad de gestiones oficiales por Internet, sin necesidad de ir a Oviedo o a Gijón: consultar la vida laboral, los puntos del carnet de conducir, pagar facturas, manejar las cuentas bancarias, hacer transferencias, hacer compras, controlar la trayectoria de sus hijos en la escuela o en el instituto, estudiar en casa sin tener que personarse en el centro todos los días, leer el periódico, y tantas otras cosas… Y la posibilidad de solicitar y recibir recetas médicas etc. está ahí.

Además, en este momento están proliferando mucho los blogs y las redes sociales porque puedes comunicarte con mucha gente sin estar en ese preciso instante ante el ordenador Y permiten “colgar” fotos, opiniones, cursar invitaciones etc., que queden ahí para que las vean todo el mundo o los amigos. El chat también tiene su función y sus adeptos, especialmente entre jóvenes. También están los foros que te permiten participar en un debate no presencial y opinar sobre un montón de temas… Una nueva forma de comunicarse con los demás.


"Ye posible que la gente crea que lo que se pretende es que todos seamos expertos en informática. No, de lo que se trata es de aprender cuatro cosas básicas muy útiles que con tres o cuatro semanas de cursillo puede aprender todo el mundo. Y a partir de ahí cada uno hace lo que quiere, se puede profundizar un poco más o no”


A mi me gusta muchísimo este mundo que me era desconocido, no sé si me gustaría en cualquier caso o es porque Paquita todo lo hace fácil y agradable.


Muchas gracias Paquita


viernes, 27 de noviembre de 2009

LA PARRA DEL JARDÍN


Éste era el aspecto de la parra del jardín de mis primos Tinita y Alfredo a principios de octubre. Algo sensacional. Y las uvas estaban riquísimas. Buenos cuidados, mucho cariño y...es lo mismo que con las personas.

La buganvilla



La luz de la mañana inunda a la buganvilla que conserva algunas brácteas fucsia.
Y, aún siendo un resto deslucido de su sublime esplendor de verano, resplandecen con renovada juventud.
Hoy he notado que asomaban nuevos brotes verdes y vigorosos.
La buganvilla sólo tiene vocación de belleza y en su inocencia se ha dejado engañar por esta falsa primavera.
Igual ocurrió el año pasado.
Luego vinieron las heladas de marzo, los relentes naturales del invierno, es lo suyo.
Y la buganvilla sufrió el aborto de su nueva hermosura.
Aunque terca y tenaz a finales de abril había echado nuevos brotes.

Es que el tiempo está loco.
Antes sabía quién era y tenía identidad: primavera, verano, otoño e invierno.
Pero ahora, acosado incesantemente por este ser que se dice inteligente.
Que no lo domina.
Que lo teme y lo padece.
Que lo fustiga impulsado por un egoísmo ciego,aún conociendo las posibles consecuencias de su error.
Que se cree capaz de someterlo...

Ahora no sabe ni quién es.
Y,sin mala intención,trastoca el orden natural de las cosas.

jueves, 26 de noviembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

VI SEMINARIO DE ESCRITORAS Y ESCRITURAS.www.escritorasyescrituras.com

EL GOL DE MARCELINO. Por Xana Espinosa

Foto extraída de Internet.



El 21 de junio de 1964 amaneció encapotado y yo nerviosa. Al fin llegó el día, el día de mi boda. Creí que nunca llegaría, me invadía una gran ansiedad y una sensación agridulce.
Yo no quería casarme por la iglesia, hacía cuatro años que había “apostatado”, al menos en mi fuero interno, y esta concesión a la dictadura me fastidiaba. No me quedó más remedio que hacerlo.
-Para casarse sólo por el juzgado tendrá que hacer una declaración de ateismo que la incapacita para realizar cualquier trabajo público -Me anunció de forma sumaria el funcionario, después de echarme una mirada inquisitiva.
Pues tendría que aguantarme, porque yo era maestra y eso me inhabilitaba para ejercer mi profesión y necesitaba trabajar.
También era necesario que me casara y por las mismas razones: me había quedado embarazada. Si digo que no sé cómo, no miento. Bueno si lo sé, pero fue casi un milagro. En Madrid nunca habíamos tenido la oportunidad de intimar a esos niveles; la facultad, las cafeterías, los comedores universitarios, e incluso el cine, no eran lugares adecuados, siempre había gente. No teníamos coche ni en el pensamiento y en nuestras respectivas pensiones no admitían a nadie del otro género. Sí es verdad que nos “magreábamos” hasta donde la discreción del lugar nos lo permitía, pero nada más.
Cuando vinimos de vacaciones a casa, un jueves aciago del mes de marzo, nos fuimos de excursión con mi más íntima amiga y su novio. Llegado el momento, el novio de mi amiga (un suramericano que estudiaba en una Facultad de Oviedo, y que tenía mucha cara, porque luego se descubrió que estaba casado y tenía dos hijos) sugirió que nos separásemos para dar un paseo, y a todos nos pareció bien. Así que entre los eucaliptos comenzamos el juego al que ya estábamos más o menos acostumbrados. La falta de gente hizo lo demás.
-Sólo entre las piernas –apremió más que sugirió Falo.
Y, tonta de mí, cedí porque mi cabeza tampoco andaba muy lista en aquel momento.
Pero yo creí que no había pasado nada importante, porque no me enteré de la fiesta y no noté ningún cambio, ni en mi cuerpo ni en mi espíritu. Supuse que mi honor había quedado intacto. Pero en abril fui consciente de mi problema y en mayo decidimos casarnos, entre otras cosas porque el régimen no permitía dar clase a las madres solteras.
Yo estaba enamorada, esa es la verdad; pero no entraba en mis planes casarme tan pronto y con una responsabilidad tan grande. Así que, en el momento en que supe que estaba embarazada, me urgió porque en aquellos tiempos eso era lo último y el deshonor manchaba a toda la familia.
Organizamos una boda sin misa, sin invitados y casi sin novios. Mi madre se disgustó muchísimo y me echó una buena reprimenda; pero, cuando yo le dije que sabía desde hacía tiempo que se había visto en las mismas circunstancias no volvió a decir nada y se puso a coserme el vestido blanco de novia, tipo Jacqueline o Farah Diva, no recuerdo bien. Mis suegros exigieron confirmación de mi estado. Nunca me lo perdonaron: había embaucado a su hijo. Años más tarde, me enteré de que mi suegra también se había casado embarazada.
La boda fue por la tarde, no recuerdo bien la hora. El cura no nos dio otra alternativa para una boda tan estrafalaria.
Allí estábamos a la hora pactada, yo de blanco, Falo de esmoquin alquilado y siete invitados: mi madre, mis hermanas, los padres Falo y dos amigos que actuaron como testigos. Sobre la marcha se resolvió quiénes iban a ser los padrinos: uno de los amigos y mi hermana mayor, que muy previsora había llevado las arras y los anillos.
Terminada la ceremonia, nos fuimos a merendar a una cafetería cercana. Los clientes nos miraban asombrados: una novia de largo y de blanco y un novio de esmoquin tomando un café.
La conversación fue más o menos la siguiente:
-También, vaya día para casaros –argumentó Tony, uno de nuestros amigos.
-Ya estaba pactado antes, siento haberos hecho esta faena –se disculpó Falo
-Yo creo que ye el mejor equipu del mundo –dijo mi suegro que hasta entonces no había abierto la boca -, no hay duda de que Lev Yashine ye el mejor portero de todos los tiempos.
-Dicen que ye vasco –dijo mi suegra que era una gran forofa-, de los que se llevaron cuando la guerra.
-¡Ojalá ganen! –exclamó mi suegro que se consideraba ácrata, militó en la CNT y había luchado con los “rojos”.
-¿Quiénes? –se apresuró a preguntar mi hermana que tenía un novio franquista de pro, hijo de caído por Dios y por España y casi ingeniero industrial y estaba tan enamorada que se había hecho de derechas.
-¡Quién va a ser! Los rusos –contestó mi suegro de forma tajante.
-No tenían que haber permitido que se celebrase el partido. Solís convenció a Franco a pesar de que los demás ministros estaban en contra. Lo sé de muy buena tinta –afirmó mi hermana.
-¿Te gusta el fútbol? –le preguntó a mi hermana Sabino, el otro amigo.
-Nada –contestó ella-, es un divertimento absurdo.
-Entonces lo comprendo -dijo Sabino-. No entiendes la importancia de este partido.
-Es verdad, es lo más grande que nos ha pasado –confirma Falo-. Estoy pensando que podríamos ir todos al hotel donde tenemos reservada la habitación. Tienen un gran salón con televisión, no creo que pongan inconveniente.
-¡Estupendo! -se apresuró a opinar mi suegro, como si se le quitara una carga de encima.
-Pues vamos –dijo Falo.
-Nosotras nos marchamos a casa –comentó mi hermana un poco contrariada.
Con el entusiasmo de ver el partido, nadie se enteró de que mi madre y mis hermanas se iban. Y, la verdad, yo no sabía qué hacer, estaba desconcertada y apabullada. A mí, que era la novia, nadie me preguntó nada.
Tomamos un taxi, de aquellos que tenían “transportín” y nos fuimos al hotel. El recepcionista no puso inconveniente a que todos nos sentáramos en el salón. A los pocos minutos comenzó el partido.
El locutor, con la típica voz chillona de estos eventos y un entusiasmo poco común, comenzó a nombrar las alineaciones. Por España: Iríbar; Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté; Amancio, Pereda, Marcelino, Suárez y Lapetra. Los nombres de los rusos eran mayormente ininteligibles e inescribibles.
Con los primeros pases me disculpé y me fui para la habitación, dije que a cambiarme, pero en realidad estaba ofendida. Es verdad que la boda había sido algo anormal, pero no como para que el novio se fuera a ver un partido. Esperé horas, tres o cuatro por lo menos, y, cuando ya me había dormido, siento la puerta y oigo a Falo casi gritar:
-¡No sabes lo que te has perdido! ¡Hemos ganado! Gracias a Marcelino. ¡Qué tío! ¡Menudo cabezazo! Se adelantó a la defensa y le metió la cabeza por delante del ombligo para coger un centro de Pereda. ¡Oye! El balón salió como un rayo a la base del palo izquierdo de Yachin, que ni la olió.
-Ya sabes que el fútbol no me interesa.
-El portero nada de nada. Lo llaman la araña negra, pero todo nombre. ¡Qué va! No tiene nada que hacer al lado de Iríbar.
Se cayó un momento y al fin añadió: “¿Quieres salir a cenar?”.
-No. Merendé mucho y además tengo sueño. Acuéstate.
-Incluso era mejor Carmelo, en sus tiempos, claro. Franco, con la sonrisa en la boca, le entregó la Copa a Olivella, y eso que el muy gilipollas dudó de si participar en la final. Y Luis Suárez… lo hizo muy bien, la alineación fue perfecta. Marcelino regaló la camiseta a Gerardo García, ¡Oye! Gerardo estaba entusiasmado… Hasta mi padre salió encantado, aunque perdieran los rusos. Esto del fútbol es muy grande, es lo máximo…
Falo siguió y siguió y yo me dormí. El gol de Marcelino fue lo único glorioso de esa noche.

martes, 17 de noviembre de 2009

A SECAR A CASTILLA




Cuando tenía siete años, como mi salud no era muy buena por las secuelas de la pulmonía y de las sulfamidas, mis padres me mandaron al pueblo de mi padre, a secar, porque en aquellos tiempos todo se curaba mandándote a Castilla, de la misma forma que ahora todo se cura caminando: ¿que tienes tensión?, a caminar; ¿osteoporosis?, a caminar; ¿artrosis?, a caminar.

Yo vivía en Gijón, en la calle Corrida (la columna vertebral de la ciudad) en una casa con ascensor, calefacción, agua caliente, salón, comedor, despacho, parqué encerado, alfombras, edredones, cuadros… Un lujazo, cuando tanta gente vivía de realquiler. Mi familia estaba bien situada, así que comíamos de todo y variado a pesar del estraperlo. Por entonces los españoles teníamos racionamiento, como ahora los cubanos. No recuerdo bien lo que nos daban: una cosa así como un cuarto de litro de aceite por persona para todo el mes, lentejas, garbanzos, azúcar, pan, tabaco, etc. Todo en cantidades míseras y de ínfima calidad. Estos alimentos no se podían comprar en el mercado libre a no ser de estraperlo es decir, sin permiso de la autoridad y fraudulentamente, y, por ello, estaban carísimos.

Salimos de Gijón a las siete de la mañana y llegamos al pueblo a las ocho de la tarde, después de dos trasbordos de tren y tres kilómetros en burro. Eso de montar en el Negro, que así se llamaba el burro de mis tíos, me pareció algo excitante: las cosas comenzaban bien.


















(Esta fué la primera imagen que divisé, porque los cardos siempre son los mismos. )


La casa era de adobe y estaba dividida en dos zonas separadas por un corral. En la parte delantera, estaba la cocina y el dormitorio de los tíos y, en la trasera, el dormitorio comunal del resto de la familia. Había tres camas con colchones de lana, sábanas de lienzo y muchas mantas hechas a mano. El suelo era de tierra, pero a base de mojarlo y pisarlo resultaba duro y confortable.



(Este era el aspecto de la mayoría de las casa en aquellos tiempos)


A la mañana siguiente, me despertó mi tía Adela, hermana de mi padre, que, además de pobre, era madre de seis hijos: cuatro chicas y dos chicos. Me dijo que mi madre ya se había ido muy temprano y allí me quedé, totalmente descolocada. Me acogieron y me trataron como a uno más, es verdad; es decir, no me hicieron ni caso, como al resto de la chiquillería.

Mi primer desayuno resultó espectacular: sopas de ajo picantes. Me dieron un pucherico de barro muy caliente y una cuchara e hice lo que los demás, poner las manos en el culo del puchero, supongo que para calentarlas, salir a la calle y sentarme en el banco que ocupaba toda la parte delantera de la casa.

-¡La puta parió! –gritó mi primo Manuel.

Todos se rieron a carcajadas, mientras que él hacía muecas abriendo y cerrando la boca. Yo no entendía nada.

Comencé a comer mis sopas y, a cada cucharada, me entraban unos calores que me recorrían todo el cuerpo. En esto mordí algo que no era pan y que abrasaba. Empecé a llorar y abría y cerraba la boca desmesuradamente.

-La puta parió –gritaron todos mientras se reían de mis sufrimientos.

Mi tía se apiadó de mí y me extrajo del puchero otra guindilla, muy pequeña y muy roja. Un mes más tarde, yo también me reía cuando me caía en suerte la guindilla y, hoy en día, siempre que puedo, como sopas de ajo al estilo del pueblo.

Mi tío y mi primo Manuel, cuando acabaron las sopas, bebieron un vasito de agua. Yo, que tenía la lengua abrasada, pedí un poco, todos se miraron y mi tío me dio el final de su vaso. Yo pensé que con aquel poco era como si nada, pero al entrar le agua en la boca creí que me moría, que había ingresado en los infiernos. Nunca más he bebido aguardiente, en mi vida, fue algo impactante.

Una vez terminado el ritual del desayuno, desapareció todo el mundo y me quedé sola con otra prima, hija de un hermano de mi padre, muerto cuando la guerra, que tenía un año años más que yo y vivía en la casa contigua.

Por lo que se ve era la encargada de entretenerme y acompañarme. Fue mi compañera de juegos durante un año y aún es para mí una verdadera hermana.

-Vamos –dijo mi prima.

Yo estaba como atontada, la guindilla y el aguardiente me habían dejado fuera de juego. La seguí sin decir palabra. Caminamos unos cuantos metros hasta una huerta en la que había un palomar de adobe medio derruido. Allí estaban unos cuantos chiquillos y chiquillas de nuestra edad más o menos; de los nueve en adelante trabajaba todo el mundo.

-Esta es mi prima Carmen, es de la capital.

Todos me miraron con el ceño fruncido.

-Es hija del Pernales.

Yo llevaba puesto un vestido de organdí blanco, almidonado y encañonado, la enagua tenía un volante de encaje que también estaba almidonado y encañonado y calzaba calcetines blancos y zapatos de charol negros.

Me había vestido sola porque nadie fue a decirme lo que me tenía que poner.

Ellos me miraban sin decir ni pío.

-Parece una pichona –dijo un chaval de unos ocho años.

Yo levanté los ojos del suelo y lo miré: tenía el pelo rubio, muy corto, como a tijeretazos, los ojos azules y unos mocos verdes que sorbía de forma intermitente. La camisa era de color indefinido entre marrón, negro y gris, aunque por la espalda se adivinaban algunas rayas azules sobre un fondo que algún día debió de ser blanco. Los pantalones eran marrones y en los laterales aún se podían adivinar los surcos típicos de la pana. Los sujetaba a la cintura con un cordón hecho de lana marrón y blancuzca. Se calzaba con unas alpargatas deshilachadas y llenas de agujeros.

Todos se rieron y comenzaron a canturrear:

-Pichona…, pichona…

A partir de aquel momento dejé de llamarme Carmen y pasé a ser la Pichona. Me integré en el pueblo: ¡ya tenía mote!

Mi libertad era total, me pasaba el día jugando a las cosas más inverosímiles, por ejemplo: a ver quien meaba más lejos (y siempre ganaba una chica a todos los chicos, no sé lo que hacía, pero el chorrillo salía disparado). Nunca me regañaban, y comer, lo que se dice comer, comía bien: además de las sopas de ajo para desayunar, garbanzos, un trozo de pan con tocino y un poco de chorizo para comer; patatas asadas al fuego para merendar y patatas picantes guisadas con sebo para cenar. Todo, menos las patatas de la cena, me sabía a gloria. Alguna vez se sustituían los garbanzos por alubias regadas con vinagre y muy de vez en cuando, si el tío cazaba una liebre, comíamos arroz (dos o tres veces en el año que estuve).

Por el invierno fui a la escuela con el resto de los niños y niñas del pueblo. Eran dos aulas, una para chicos y otra para chicas. De la enseñanza me acuerdo poco, sé que cada día volvía del colegio escalabrada porque todos eran muy brutos y las pedradas y los empujones eran la forma más común de divertirse.

Naturalmente, no había cuarto de baño, ni retrete ni nada de nada. Para hacer las necesidades estaba la cuadra o un paredón cercano a la casa de mis tíos. Ir a la cuadra era un tormento porquelas gallinas acosaban mi trasero y me daban pavor. Además estaba el Negro que, a veces, me daba la sensación de que tenía cinco patas. Para limpiarse había que buscar una piedra que no se hubiera usado anteriormente con idéntico fin.


(Esto es lo que queda de tan indigno paredón)

Cada diez o quince días íbamos a la panadería a por el pan. Mi familia le entregaba a los panaderos el suficiente trigo para hacer el pan del año y un exceso para pagar su trabajo. Así funcionaban las cosas, el dinero era escaso y se guardaba para algo de ropa, alpargatas, medicinas y ciertos alimentos: aceite, arroz, etc., todo lo que ellos no producían y necesitaban. Cuando íbamos a por el pan era una fiesta, porque la panadera nos regalaba una torta de aceite que tenía anises: el pastel más exquisito.

Fui para dos meses y estuve casi un año. A veces pensaba que mis padres se habían olvidado de mí, pero tampoco me importaba demasiado. Y la verdad es que un poco sí se habían olvidado: no me mandaron ni ropa de invierno, ni me fueron a ver ni me llamaron e incluso no sé si escribirían alguna vez porque yo leía poco y mal. Así que mis tíos, que no tenían ni un duro, me tuvieron que comprar un vestido de abrigo y unas alpargatas y mi tía me hizo una chaqueta de punto con lana de oveja que picaba enormemente aunque abrigaba.

Los domingos íbamos al baile con las primas mayores. Era una nave destartalada en la que un músico tocaba una especie de flauta a la que llamaban dulzaina. Después, como a una de mis amigas de juegos se le murió la tía y no podía ir a bailes, íbamos a las eras es decir, donde se trillaba el trigo y las habas en verano. Allí paraban todos los que estaban de lutos (a partir de los dieciocho años casi todos tenían algún luto: por los abuelos, por los padres, por los tíos, por los hermanos, y hasta por los primos). Claro, cuando empezaba a oscurecer, se formaban parejitas que se hacían arrumacos y otras cosas porque muchas salían preñadas. Yo de aquella no entendía bien el significado de esa palabra, pero sabía que era algo malo que ocurría mucho, aunque tengo que aceptar que se asumía con cierta naturalidad.

Lo dicho, fui absolutamente feliz; aunque, cuando volví a casa, estaba irreconocible. Recuerdo que, al poco de llegar, mi madre me empezó a preguntar:

-¿Qué desayunabas?

-Sopas de la puta parió.

-¿Pero qué dices niña? ¿Qué barbaridades son esas?

A mi madre le costó mucho tiempo reconducir mi educación por los derroteros de lo que era deseable en una niña bien de una ciudad de provincias, es más creo que nunca lo consiguió del todo, de lo cual me alegro.


domingo, 15 de noviembre de 2009

MARIANO ÁLVAREZ IGLESIAS Y JESÚS ÁNGEL GONZÁLEZ LASTRA: El deporte es su vida.


Mis monitores de "aquagym"



El “aquagym” es una variedad aeróbica dentro del medio acuático, con música, sin grandes impactos, sin sentir tanto cansancio y manteniendo el agua entre 29 y 31 ºC . Es un ejercicio estupendo, relajante y agradable que, en mi caso, me facilita la movilidad mermada por la artrosis, y otras enfermedades de columna, que padezco.

En mi caso voy a la piscina que la Mancomunidad del Cabo Peñas tiene en Antromero y mis monitores son Mariano y Jesús.
























































Mariano Álvarez Iglesias siempre ha hecho deporte. Como viene de una familia de deportistas, de pequeño se hizo socio del Club de Natación Santa Olaya y practicaba la natación y otros deportes: atletismo, futbol, baloncesto, montaña. Su vida se ha canalizado alrededor del ejercicio físico de una u otra forma. Dejó los estudios al acabar el BUP y, como su tío tenía una empresa de fontanería, se puso a aprender el oficio de fontanero y trabajó en ello algún tiempo, aunque pronto se dio cuenta de que aquello no era lo suyo. Se decidióa entrar en el ejército y estuvo siete años en Infantería de Marina en La Armada de Cádiz.

“ Eso me gustó más porque en cierto sentido está vinculado al deporte: tienes que mantenerte en forma porque en ese cuerpo la forma física es muy importante. Fue una buena experiencia, pero en un momento dado me apetecía más volver a Asturias con mi familia y lo dejé definitivamente. Volví a la fontanería, pero no es lo mío”

A partir de ese momento decide dedicarse al deporte profesionalmente y comienza a formarse primero como socorrista y luego como monitor de gimnasio, de natación, de actividades de sala y otros.

“ Me gusta la natación y todo lo relacionado con el ejercicio en el agua, pero, sobre todo, me gusta trabajar con niños.” y ahora, además soy monitor de “aquagym” .

El “aquagym” es un ejercicio agradable, ayuda a relajarse y el tiempo se nos pasa volando, aunque hemos tenido diversos monitores y monitoras, cada uno tiene su estilo y con unos es más agradable que con con otros.

"Es que es una disciplina muy novedosa y todavía no se ha desarrollado un protocolo muy estricto, de forma que hay muy pocas oportunidades de formación. Fundamentalmente se aprende de otros compañeros y adaptas otras actividades que hacías en sala. Es un ejercicio muy completo, aunque parezca que es muy femenino, porque mayoritariamente lo practican mujeres, no es cierto, puede ser muy exigente, depende de cómo se haga. Mis clases, en parte, las enfoco hacia el publico femenino y meto un poco de baile y un poco de diversión para que resulte atractivo”

Y doy fe de eso, sus clases son muy divertidas. Desde que está como monitor en la piscina ha aumentado considerablemente el número de participantes, y yo creo que él tiene algo que ver en eso.

“Los hombres, en general solo buscan “machacarse” y no les importa la música o la diversión, pero el público femenino es más exigente en ese tema, quieren venir aquí a desconectarse un poco de la rutina diaria y pasar un rato agradable”

El grupo es muy heterogéneo en lo que a edades se refiere y aunque se asegura que es un ejercicio muy adecuado para personas mayores por sus beneficios respecto a la movilidad, somos pocas, yo creo que soy la mayor de todas.

“No tiene edad. En un grupo heterogéneo como éste, cada uno hace lo que puede, no todos los ejercicios los tienen que seguir todos con la misma intensidad, depende de la fuerza, la movilidad o la coordinación de cada uno, pero todo es adaptable a los componentes del grupo. Lo único que se precisa es tener unas ideas básicas sobre flotabilidad, que si no se tienen se pueden adquirir en unos días en un curso de natación"

¡Hay que animarse!

"Estoy muy agradecido a la gente que viene a mis clases, cada día hay más afluencia y aunque a mí me paguen lo mismo por una que por cincuenta, es muy agradable ver que a la gente le gusta. Desde que estoy en la piscina de Antromero estoy encantado"

Y nosotras


Jesús Angel González Lastra siempre se ha dedicado al deporte. Desde muy pronto tuvo muy claro que la actividad física y la enseñanza iban a ser los motores de su vida.

“He utilizado el deporte como una forma de relajación, de evasión e incluso me ha servido para relacionarme con los demás. El deporte es salud, es vida y es alegría. Es muy placentero ver como la gente se marcha de la piscina con una sonrisa porque se siente bien, y es que cualquier actividad física es alegría y es salud”

Comenzó con atletismo y yudo, al acabar el COU se decantó por la carrera de maestro de educación física y más tarde hizo el grado de técnico superior en actividades físicas y se especializó en algunas disciplinas deportivas.

“No fue la mejor opción, tenía que haber hecho la carrera superior en deportes, el INEF, porque la salida con el magisterio está dificultosa. Me hubiera gustado especializarme en todo, pero es imposible, hay que escoger y opté por: baloncesto, acondicionador físico, fitness y actividades físicas en piscina. Me gusta contribuir a que la gente haga deporte y se encuentre bien.

El deporte hay que planteárselo como una forma de vida, como salud… Algunos creen que si están “cachas” ligan más, y es verdad, pero sólo durante la adolescencia, o como mucho en la primera juventud, luego lo que de verdad importa son otras cosas. No hay que olvidar que el ejercicio físico contribuye a estar bien psíquicamente”

Jesús Ángel es un claro ejemplo de que los “tios buenos” a la vez pueden ser muy interesantes en el plano intelectual.

“Antes el hombre fuerte era el guerrero, muchos no sabían ni leer y, por otra parte, el intelectual no se cuidaba de estar en forma física. Hoy en día está muy claro que cuerpo y mente son un todo, que el ejercicio provoca una buena oxigenación que facilita el proceso intelectual. Ese mito no tiene nada que ver con la realidad.”

Fue alumno mío, buen alumno, educado, agradable, siempre de buen humor… Desde entonces he mantenido una cordial relación con su madre y con él. Estoy orgullosa de Jesús Ángel aunque el otro día me dijera :

“Oye Blanca, tú eras una profesora muy exigente, pero… en esto no te esfuerzas lo suficiente”

Si me esfuerzo, pero soy mayor y tengo la columna vertebral destrozada, así que hago lo que puedo, no obstante intentaré hacerlo mejor.



Despúes del ejercicio y de ducharnos y arreglarnos, Charo y yo, y a veces Marcelino ( el único "chico" que hace aquagyn con el grupo) vamos a la cafetería a tomar un cafetín y cuando pueden, se unen nuestros monitores ( siempre con prisa). Erika es muy atenta y los tertulianos muy agradables. Un buen momento.

sábado, 14 de noviembre de 2009

LOS COLORES DE LA NATURALEZA.. Fotografía de Olaya de la Iglesia


Jardines de la vicaría . Norwicha. Inglaterra

EL PUERTO DE TARNA.Fotografía de Roberto Cano



La carretera que asciende a la meseta se dobla y retuerce una y otra vez antes de alcanzar la cima. Mil verdes se agolpan en mi retina. Inundan los sentidos. Son el preludio de la vida, el vigor, la hermosa belleza de la juventud, el afán de ser, proyectos de vidas multicolores.

Han pasado cinco meses. Mientras atravieso la monotonía ocre de Castilla, de vuelta a mi tierra chica, espero con ansiedad ese verde que todos los asturianos amamos inconscientemente.

Cuando rebaso el puerto y comienzo a descender me sorprende una inesperada paleta multicolor. Verdes oscuros y claros, amarillos, ocres, rojos, granates morados… Es el color de la vejez, el esplendor de la sabiduría acumulada y del deber cumplido, la belleza de lo que ya ha dado frutos y espera pacientemente el fin.


jueves, 12 de noviembre de 2009

Luisa Álvarez Iglesias: Deportista de Élite



MI MONITORA DE GIMNASIA

Luisa es espléndida en todos los sentidos: es corpulenta y a la vez esbelta, como corresponde a una deportista, y utiliza como único maquillaje una sonrisa generosa y acogedora.

Su afición por el deporte le viene de su padre, un entusiasta que, desde que era muy pequeña jugaba con ella a hacer ejercicio

“Nos reunía a mis hermanos, a una prima y a mí y hacíamos una tabla de gimnasia antes de comer”

Comenzó en el piragüismo a los once años. Había sacado buenas notas y, como premio, su padre le ofreció ir a los campamentos de Ensidesa o empezar a entrenar con "Los Gorilas"

“Ya nunca lo dejé hasta hace unos cinco años. La verdad es que la gente en general no veía muy bien que las chicas hiciesen ejercicio y mucho menos entre hombres. Además era un deporte que no estaba preparado para las mujeres: En Trasona, por ejemplo, teníamos que cambiarnos en la furgoneta o debajo de un hórreo… donde se podía. Se veía como algo poco femenino, aunque, como las pocas que lo hacíamos teníamos buen tipo y viajábamos mucho, a la hora de “ligar” era una ventaja”

Es muy cierto y aunque en Candás había espíritu deportivo, en el caso de las mujeres todo se reducía a la gimnasia rítmica y algunos tipos de juegos de pelota como el voleibol.

Pronto se pudieron observar las posibilidades de Luisa para el piragüismo y cuando sólo llevaba dos años en ello ya optaba al oro en un campeonato de España con chicas cuatro o cinco años mayores que ella. Pero estos logros tenían detrás grandes dosis de trabajo y sacrificio. Desde octubre hasta abril, fecha en la que empezaba el campeonato de España podían salir los sábados, pero a partir de ese momento, dado que las pruebas solían ser en domingo, se acababa la salidera, había que irse pronto a la cama y en buenas condiciones físicas.

“Al final hacías tu grupo de amistades entre la gente que se mueve como tú, no había otro remedio”

Ganó su primer campeonato de España en 1977 en Mequinenza ( Zaragoza) Fue una proeza porque ella sólo había competido aquí y se encontró con las piragüistas del equipo nacional. Después llegó el primer campeonato del Mundo y finalmente a las Olimpiadas. Pero no fue nada sencillo, incluso dejo de competir durante cinco años decepcionada por la discriminación que sufrían las mujeres cuando se trataba de competir en la élite: llamaban a los quince primeros de entre los chicos y las mujeres quedaban relegadas.

“Para la Olimpiada de Barcelona 92 contrataron a un seleccionador húngaro. Yo le pregunté abiertamente si tenía alguna posibilidad en el caso de que hiciera los tiempos, dado que era mujer y tenía treinta años: el sexo y la edad son dos fuentes de discriminación en el deporte, y en la vida. Él me dijo que sí, que sólo le importaba el crono y que si estaba dentro de las cinco mejores iría sin ninguna duda. Así que me animé, comencé a entrenar de nuevo con un médico que me daba unas directrices y lo conseguí".

Cuando abandonó la competición pasó a entrenar en Trasona y como tal ha participado en diversos campeonatos mundiales y en la Olimpiada de Atlanta, actividad que ha abandonado hace cinco años. El problema es el después. En Europa, en general, se preocupan por que los deportistas de élite tengan un futuro cuando se retiran de la competición, pero en España vamos muy atrasados en ese sentido, aunque parece que se va haciendo algo, pero poco a poco.

“Cuando empiezas a competir a alto nivel la opción está clara: o estudias o entrenas. Así que el futuro te queda hipotecado. Ahora parece ser que hay un convenio con la Policial Nacional y los deportistas de élite tienen puntos a la hora de opositar, pero aquí vine la cosa de la edad: menores de treinta años. Eso es algo que no entiendo bien, si pasas las pruebas físicas, ¿por qué límites a la edad? En medio de todo yo he tenido suerte porque el Ayuntamiento de Carreño se ha preocupado de mí y aquí estoy, en este centro polivalente gracias a que Ángel Riesgo ha informado positivamente a la empresa que lleva este servicio”


Luisa es una mujer de mundo, abierta, simpática, servicial, agradable… será algo genético o es que el deporte ha modelado su carácter, o ambas cosas a la vez.

Ahora no voy a gimnasia porque me coincide con la hora de la piscina, pero cuando voy a informática echamos una parrafada, y me encanta, porque soy una admiradora de esta gran luchadora contra la discriminación tanto de sexo como de edad.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los colores de la Naturaleza. Fotografía de Olaya de la Iglesia

Jardines de la Vicaría - Norwich - Inglaterra


¿Qué en qué pensamos las mujeres?


Una se levanta a eso de las siete de la mañana y ya puedes estar organizada: haces el desayuno para la familia, recoges lo que puedes, haces las camas y pones la lavadora, y, tu marido, que no es nada machista, “echa una mano” y lleva los niños al cole. Y tú te duchas, desayunas mal y corres al trabajo. Si tienes suerte y haces jornada continua, vuelves del trabajo, calientas la comida que preparaste la noche anterior y tu marido echa otra mano y te ayuda a poner la mesa. Comes corriendo y friegas las ollas y las sartenes mientras tu marido mete los platos en el “friega”. Luego limpias la grasa de las mesetas y fogones, pasas la fregona por el suelo, tiendes la ropa, planchas y haces la lista de la compra, bien detallada, para que tu marido vaya al super si es necesario. Luego sacas los platos del “frega”, recoges lo más importante y pasas el aspirador y el polvo si no quieres echar el fin de semana haciéndolo. Distribuyes la ropa limpia y de paso arreglas un poco los armarios, y mientras, tu marido, va a recoger a los niños y se queda un ratito en el bar para no darte la lata y dejarte que puedas ver la tele sin estorbos. Después das de merendar a los niños y revisas sus deberes mientras vas preparando el puchero del día siguiente. Y, al fin, te sientas a ver el “pasapalabra”, pero antes de que acabe te levantas a preparar la cena y el baño de los niños. Los bañas, les das la cena y los acuestas. Y en esto llega tu marido, contentillo, que cena con muy buen humor y te urge a que dejes los cacharros de la cena sin fregar para ir a la cama. Tú vas, y pasa lo que pasa, y luego te das cuenta de que si dejas la cocina sin fregar, a la mañana siguiente no te da tiempo a organizarte. Así que te vuelves a levantar, aunque las piernas aún te tiemblan, recoges y friegas la cocina someramente. Luego, te vuelves a la cama, pero retrocedes para limpiar los zapatos de la familia. Mientras te acuestas, sopesas lo que tienes que hacer para el día siguiente, y, ahora sí, ahora, ya te puedes poner a pensar.

martes, 10 de noviembre de 2009

Los colores de la Naturaleza : Fotografía de Olaya de la Iglesia

Jardines de la Vicaría - Norwich - Inglaterra


EL MAR . Fotografía de Michael Gyapong



El mar, la mar… ¿Qué importa el sexo?
Mi juguete de infancia.
La música de fondo de mi primer beso de adolescente: furtivo, pecaminoso, tímido, inocente.
Cómplice en la crianza de mis hijos, en esos años gozosos de proyectos y esperanzas.
Rumor sordo en la despedida a veinte años de convivencia, a veces feliz y a veces dolorosa.
Asombrada espectadora de ese otro beso: maduro, vengativo, sensual y tierno.
Compañera ineludible de cortejos vagabundos.
Paisaje, música, aroma… salobre y húmeda.
Inmutable y distinta a cada instante