viernes, 27 de noviembre de 2009

La buganvilla



La luz de la mañana inunda a la buganvilla que conserva algunas brácteas fucsia.
Y, aún siendo un resto deslucido de su sublime esplendor de verano, resplandecen con renovada juventud.
Hoy he notado que asomaban nuevos brotes verdes y vigorosos.
La buganvilla sólo tiene vocación de belleza y en su inocencia se ha dejado engañar por esta falsa primavera.
Igual ocurrió el año pasado.
Luego vinieron las heladas de marzo, los relentes naturales del invierno, es lo suyo.
Y la buganvilla sufrió el aborto de su nueva hermosura.
Aunque terca y tenaz a finales de abril había echado nuevos brotes.

Es que el tiempo está loco.
Antes sabía quién era y tenía identidad: primavera, verano, otoño e invierno.
Pero ahora, acosado incesantemente por este ser que se dice inteligente.
Que no lo domina.
Que lo teme y lo padece.
Que lo fustiga impulsado por un egoísmo ciego,aún conociendo las posibles consecuencias de su error.
Que se cree capaz de someterlo...

Ahora no sabe ni quién es.
Y,sin mala intención,trastoca el orden natural de las cosas.

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