sábado, 14 de noviembre de 2009

EL PUERTO DE TARNA.Fotografía de Roberto Cano



La carretera que asciende a la meseta se dobla y retuerce una y otra vez antes de alcanzar la cima. Mil verdes se agolpan en mi retina. Inundan los sentidos. Son el preludio de la vida, el vigor, la hermosa belleza de la juventud, el afán de ser, proyectos de vidas multicolores.

Han pasado cinco meses. Mientras atravieso la monotonía ocre de Castilla, de vuelta a mi tierra chica, espero con ansiedad ese verde que todos los asturianos amamos inconscientemente.

Cuando rebaso el puerto y comienzo a descender me sorprende una inesperada paleta multicolor. Verdes oscuros y claros, amarillos, ocres, rojos, granates morados… Es el color de la vejez, el esplendor de la sabiduría acumulada y del deber cumplido, la belleza de lo que ya ha dado frutos y espera pacientemente el fin.


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