martes, 26 de febrero de 2013

COSES DE AYER MISMO. El güelu, la güelina y el caballu blancu.



           
   Durante muchos años, la pared central del comedor de mi casa, la casa de mis padres  claro, estuvo presidida por la foto de boda de mis abuelos. Él,  sentado en una silla,  erguido, con la cabeza alta, la mirada dura, sus abundantes bigotes en primer plano y el sombrero en la mano. Ella de pié,  con un brazo sobre el respaldo de la silla, alta, espigada, extremadamente guapa, con un vestido claro y una cinta en la frente que recogía su cabello discretamente rizado. Parecían una pareja perfecta: él representaba  la fortaleza, ella la dulzura y la fragilidad. 
   Pero la realidad pura y dura era otra.
   El güelu  era pequeño y un poco contrahecho, razón por la que cojeaba ligeramente.        
   Era  cabezón, pelirrojo ( y dicen que no lo hay bueno), con un mostacho desmesurado de un  rojo amarillento  descolorido por lo mucho que fumaba en una pipa que, encendida o apagada, permanecía eternamente adosada a sus labios;  a decir verdad,  no recuerdo si se la quitaba para comer. Tenía muy mal genio, era déspota y mandón. Se había constituido en el jefe indiscutible de la familia. Su razón  era ley. Sólo lo que él hacía o lo poco que decía  estaba bien y no podía ser objeto de crítica.  Aunque bien mirado, hacer,  lo que se dice hacer, hacía muy poco. Se puede decir que veía transcurrir la vida sentado en un sillón de su exclusivo usufructo que sólo abandonaba para cultivar su propio tabaco y alguna que otra cosilla.
   Ella , a pesar de su avanzada edad, era alta y esbelta , de pelo abundante y rizado aunque cano, con la mirada dulce y la expresión siempre alegre y sonriente, cariñosa, extremadamente servicial y muy habladora. Además, en contra a lo que la foto sugería, ella era la que realmente se movía para mantener a la familia.  Recuerdo que tenía aptitudes comerciales y cuando llevaba a la plaza las cuatro cosas que producían, compra aquí y vende allá, venía con provisiones para toda la semana. ¡ Ah!,  y siempre que no estuviera el güelu delante,  cantaba tangos , coplas y cosas así
  Yo  no me podía explicar cómo una mujer tan hermosa, buena y  trabajadora, se había casado con aquel hombre tan poca cosa y tan desagradable.
   En uno de esos momentos de intimidad en el que nos encontrábamos mi hermano y yo con mi abuela al calor del fuego le pregunté:
   -Güelita, ¿cómo te enamoraste  del güelu?
   -El güelu  era d’una casería  de un pueblu cercanu al nuestru,  decíen que de muchos posibles,  pero na d’eso,  to presunción , “mucho  ruidu y poques  nueces” , de “perres” na de na.
   -Sí, pero ¿cómo lo conociste?
   -Pa ser sincera  no sé onde me vio, pero cuando dijo a mi padre que quería  cortéjame  pa casase, todos lo vieron con buenos ojos
   - Pero… el güelu de joven  ¿era alto y guapo?- pregunté intentando saciar mi curiosidad.
   -¡Que va! Era más o menos como ye, un poco más altu, tos menguamos cola edad.
   - Entonces,  ¿cómo es que tú tan alta y guapa te casaste con un mozo  tan birria?
   -No sé… A decir verdad, creo que antes de casame nunca lu  vi de pie.
   -!Qué tontería! ¿Es que no fuisteis novios? ¿Cómo es posible que no lo vieras nunca?
   - Si, verlo si lu tenía visto… Vino a cortejar unes cuantes veces,  cuatro o cinco. Llegaba  montao  nun caballu blancu , yo salía a la quintana…,  hablábamos…, mirábamos l’unu pa l¡otru…,  reíamos…, Pero  nunca se bajó del caballu. Y  como  tenía fama de ricu y todos decçien que era tan buen partido…,  no se…,  no me fijé mucho
Nosotros la mirábamos estupefactos.
- La verdad ye que subído n’a quel hermosu caballu blancu ¡ parecía tan buen  mozu!
La abuela se quedo pensativa como extasiada y luego como si volviera de pronto a la realidad añadió:
- Ya veis, cuando quise dame cuenta ya  taba casada.


domingo, 24 de febrero de 2013

MI JARDÍN

Estamos en pleno invierno pero el jardín sigue proporcionándome grandes satisfacciones que quiero compartir.


Las aspidistras ( hojas de salón) están inmensas. Ésta por ejemplo tiene casi un metro de ancho y más de cien hojas de entre 40 y 75 cm de longitud. Es una de planta sensacional, de las mías, no necesita muchos cuidados y se de en cualquier sitio: con sol, sin sol....Un cielo aunque no de flores.


Las prímulas ya están en flor, algunas son nuevas, las de años anteriores comienzan a florecer. Son bellisimas y económicas, eso sí en verano hay que protegerlas del sol, pero  ahora alegran la vista.



Las más perezosas son las azaleas, o las más delicadas, porque son muy exigentes en cuanto al tipo de agua la humedad y el abono.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS COLORES DE LA NATURALEZA


Aunque no para de llover, hace frío, graniza... algunas plantas del jardín  lucen impasibles su belleza

martes, 12 de febrero de 2013

PARA OLAYA



No había duda.  ¡Estaba embarazada! La rana, (que era el predictor de los tiempos) y mis continuas nauseas lo atestiguaban. Sentí una extraña sensación de alegría y temor, pensaba en ello a todas horas, sin tregua, pero poco a poco me fui identificando con aquella cosita que crecía dentro de mí. Es más, llegué a creer de forma inconsciente que aquel ser con el que hablaba en silencio formaba parte de mi misma y nunca saldría. Pero en una fría y húmeda madrugada de enero fui consciente de que pujaba por salir y dolor a dolor se abría camino por mis entrañas. Cuando creí que era imposible aguantar un  sufrimiento más intenso, la comadrona me dijo. ¡Ya está aquí! Y tras unos segundos eternos ¡Es una niña!  Fue algo difícil de describir, de pronto la vi, ensangrentada, amoratada…, pero en toda mi vida había visto algo tan hermoso.
     He tenido una vida plena, llena de alegrías y sinsabores, como casi todo el mundo, y he vivido momentos muy felices, pero,  para mí, no hay nada comparable a la dicha que te proporciona el ver por primera vez a tu hija o hijo.

LOS COLORES DE LA NATURALEZA. Mundo submarino

 
                                                        Oye y tú, ¿estudias, trabajas o eres nini?

NO TE OLVIDARÁN JAMÁS. Poema de Jesús Sánchez Tamón


Dice el cantar:
Asturias, patria querida
Asturias de mis amores…………..

















Y dice Jesús  Sánchez Tamón

                                    Nadie sabe,  que se siente,
al llegar a tierra hermana,
y cantai, aquella xente,
una canción asturiana.

Ponse la piel de gallina,
Al ver aflorar el llantu,
Lloren , po la su Asturies,
Que siempre, quisieron tantu.

Háblesyos, de Tapia y Navia, de Luarca y Vegadeo, De Avilés, Candás y Luanco, de Muros y Cudillero, de Gijón, Colunga y Lastres, del Fitu, tamién de Llanes, De San Isidro, de Sotres, de Bulnes y de Pajares, y de eses rutes famoses, que son Covadonga y Cares, háblesyos , de la Felguera y sama, sin olvidar a Somiedo, a Mieres, a Pola Lena, a Pola Siero y a Oviedo.

                                    Que alegría sienten todos,
                                    a l nombrar, yo estos Pueblos
que fueron, parte de sus vides,
de sus amores primeros.
Vuelve aflorar la nostalgia,
Y una lágrima resbala,
al sentirme, entonar,
esta canción Asturiana.




lunes, 4 de febrero de 2013

HÓRREOS NORUEGOS

El invento del hórreo no es exclusivo de Asturias y Galicia. Esta preciosidad está en Noruega y,  como aquí en Asturias, están considerados patrimonio cultural y tienen que tenerlos muy cuidados aunque, en general,  ya no los usan como graneros sino simplemente de adorno.

martes, 29 de enero de 2013

ÁFRICA. Fotografía de Beatriz de la Iglesia,

   ¡Qué tranquilidad dormir la siesta mientras vigila el pajarito!


lunes, 28 de enero de 2013

HÓRREOS Y PANERAS DE MI TIERRA


 Otra preciosa "panera" de mi tierra ( una panera es un hórreo con más de cuatro pies). Como se puede ver los hórreos y paneras de Carreño están profusamente decorados con dibujos y leyendas que tienen un significado esotérico: traer la abundancia, ahuyentar al demonio y a los malos espíritus, bendecir la cosecha y el "sanmartino" (chorizos, jamones etc.) que se guardaban a salvo de ratones y otros animales, etc...


domingo, 27 de enero de 2013

LOS COLORES DE LA NATURALEZA . Buganvillas

Mientras aquí estamos helados en Canarias florecen las buganvillas. ¡Que envidia!



EL TÍO FONSO ¡VAYA TELA!



   Mi tía Manuela estaba casada con Fonso.  Era un hombre de mucha labia y trato agradable. Aunque no tenía muchos estudios ni una educación esmerada, se hizo agente comercial al acabar la guerra y le fue tan  bien  que al cabo de unos pocos años, allá por el 43,  tenían una situación muy desahogada. Como en aquellos tiempos el común de los españoles vivía de forma casi miserable se puede decir que eran  “ricos” .  En realidad  no se llamaba Alfonso, era una especie mote heredado de su padre, así que en cuanto empezó  prosperar en los negocios todo el mundo lo conocía por “Don  José”, su verdadero nombre.
    Pero de pronto, por el  año 52 o 53 , las cosas comenzaron a cambiar.  A pesar de lo mucho que trabajaba Fonso  - nunca estaba en casa, siempre trabajando -,  el dinero que llegaba a la familia era cada día más escaso y comenzaron a pasar necesidades. Ella quería que sus hijas tuvieran una buena educación, así que estiraba el presupuesto hasta lo increíble, hacía de modista, de “fontanera”, de “albañila” y todo lo que hiciera falta con tal de tener lo suficiente para llevarlas a un buen colegio de pago.
    Fonso cada vez trabajaba más y más lejos y pasaba largas temporadas en Madrid, donde estaba la central de su empresa. Manuela, que estaba siempre sola,  lo admiraba por los sacrificios que tenía que hacer para mantener dignamente a la familia, eso sí cuando venía colmaba de caricias y atenciones a sus mujeres. 
   Pero un  mes de agosto del 72 , no recibió  los dinerillos  que Fonso  le mandaba desde Madrid..  Ella no se alarmó excesivamente porque ya lo había hecho en otras ocasiones. Pero lo mismo ocurrió en septiembre, y  los ahorros de la familia no daban como para pasar otro mes “viéndolas venir”. Así que Manuela , que no tenía costumbre de enfrentarse a situaciones fuera de las cuatro paredes de su casa, acudió  a una de sus hijas  para que le ayudara a investigar el paradero de su marido y ver lo que había pasado.
              En muchas ocasiones he oído a mi prima contar la situación:

En ese momento nos dimos cuenta de que mi padre era un auténtico desconocido. En la dirección que teníamos, donde él decía que paraba habitualmente cuando estaba en Madrid,  ni lo conocían.  En la casa de seguros,  en la que creíamos que trabajaba, hacía muchos años que no sabían  nada de él.
   Buscando la forma de localizarlo se nos  ocurrió llamar a un antiguo socio y amigo de la familia que tras evasivas, disculpas y eternos aplazamientos, al fin, viendo nuestra angustia, nos facilitó un teléfono en el que tal vez pudieran saber de él .
   Mi madre, preocupada y  nerviosa llamó de inmediato y se puso al habla una voz infantil.
               -¿Quién es?
   No sabía a dónde llamaba, así es que se quedó un poco confusa y preguntó de forma tímida y titubeante:            
               - Por favor  ¿Estará por ahí Fonso?
               - No. Aquí no hay ningún Fonso  -dijo la niña y sin más colgó.
    La situación era desesperada, no teníamos ninguna otra pista de mi padre y de pronto nos dimos cuenta de que deberíamos preguntar por José, su nombre verdadero.
   Volvimos a llamar. En esta ocasión me puse yo al teléfono, más ducha en andar por el mundo. 
                - Dígame.
                -Esta vez era una voz de señora madura.
                - Por favor, ¿está  José ?
                - ¿Qué  José ?, supongo que pregunta por Jose  ¿ no?
    No supe qué contestar, así que nos sumimos en un silencio inquietante  a la vista de lo cual  la mujer me aclara :
                - Quiero decir que si pregunta por Jose …  hijo.
    - Pues… ni padre ni hijo. Disculpe, vamos a ver,  pregunto por Don José Pérez  Barrios
    - !Ah!, bueno…, ya. Era mi marido que en paz descanse.  Murió ya va  para  dos meses.  Supongo que usted no lo sabía  ¿Qué es lo que quería?
                Eso sí que no me lo esperaba.
    - No  nada, lo siento, supongo que no nos referimos a la misma persona porque es por mi padre por quién yo pregunto. Perdone.
               - Bueno,  pues lo siento.  
   Un espeso silencio se hizo dueño de la situación hasta que  colgué porque no sabía qué decir.  
   Mi madre me miraba impaciente, le conté el resultado de la conversación y ambos nos quedamos atónitas.
    De pronto, nos miramos con cara de espanto.  Las dos a la vez tuvimos  un presentimiento negro, !negrísimo! Tanto trabajo y tanto viaje…Ante tan nefasto presagio nos  decidimos  a volver a llamar. De nuevo me puse yo al teléfono.
               - Dígame -otra vez la voz adulta.
   - Disculpe que insista de nuevo.  Me ha dicho que  José Pérez Barrios era su marido, pero  ¿era realmente su marido?,  es que… perdone que lo ponga en duda porque yo soy  su hija.
               La señora, que se notaba inquieta y ofendida,  dijo de muy  malos  modos :
   - ¡Naturalmente que soy su mujer!, bueno lo fui.  Y  para más datos nos casamos el 26  julio de 1953  y tenemos cuatro hijos y …

   Para que os voy a contar la que allí se armó. Después de juicios, apelaciones, contra apelaciones  y demás cuestiones legales, mi tía y Josefa, ( así creo que se llama la otra mujer del tío  Fonso) compartieron  pensión de viudedad  hasta que hace cuatro años murió mi tía Manuela

viernes, 25 de enero de 2013

LOS COLORES DE LA NATURALEZA. Mundo submarino.

    Un colorido impresionante, el mundo submarino tiene la capacidad de dejarme anonadada ¿No es increíble?


jueves, 24 de enero de 2013

LOS COLORES DEL ALMA. Como fuegos artificales.

 
                                      (Fotografía de "Fondo de vacaciones")
   

   Tiene  66 años  y es  como una traca de fuegos artificiales: una explosión multicolor que dura un instante.

   Fue una niña querida, mimada y consentida: hija, nieta y sobrina única en el seno de una familia en el que todos vivían juntos y bien avenidos.  Pero no la mimaron al estilo puritano y fariseo de la época, ella disfrutaba de una libertad poco común a su edad  y, sobre todo,  inusual  en la España de la posguerra.
Cumplidos los dieciocho se fue a estudiar a Francia y allí culminó el espíritu liberal en el que se había criado, una adelantada a su tiempo porque es el espíritu al que aspira la juventud moderna. Ha vivido y vive a su aire, al margen de los convencionalismos, tanto es así que se ha casado hace unos meses después de  de treinta y cuatro años de noviazgo,  porque ha querido, sí señor. 

 Durante  nuestra infancia,  adolescencia y primera juventud  fuimos amigas inseparables y después nuestras vidas siguieron caminos muy distintos, pero siempre hemos estado la una para la otra.

Es explosiva, discute con ardor y se enfada  para siempre, aunque al minuto ya ha cedido y olvidado.  Eso sí,  tengo que aclarar que ella y yo jamás nos hemos enfadado, aunque yo le haya fallado, cosa que ha ocurrido recientemente.  Por eso la quiero de forma incondicional.

miércoles, 23 de enero de 2013

ÁFRICA.Fotografía de Beatriz de la Iglesia


    ¿Crees en el amor a primera vista o tendré que volver a pasar por delante de ti?



    domingo, 20 de enero de 2013

    LOS COLORES DE LA NATURALEZA. Paisaje submarino


    QUE BONITO, ERES CANDÁS Por Jesús Sánchez Tamón



                                                               Un día llegué a ti
                                                               por la ruta pintoresca
                                                               desde lo alto admiré
                                                               tu  candor y tu belleza.

                                                              Tus gentes, son muy alegres
                                                              en sus vidas cotidianas,
                                                              te entregan, todo su ser
                                                              sin pedirte a cambio nada.

                                                              Se bien, que nació en ti
                                                              la cuna de la alegría
                                                              con tus fiestas lo reflejas,
                                                              cada hora y cada día.

                                                             Tu  forma de hablar, graciosa
                                                             con  ¡ma pai,! por ejemplo,
                                                             Y una bandera, muy tuya,
                                                             es algo que llevas dentro.

                                                             Nunca decaigas, Candás,
                                                             ni un minuto ni un año,
                                                             y todo, el que se acerque a ti,
                                                             tiéndele alegre la mano.


    viernes, 18 de enero de 2013

    LA MAYORÍA DE EDAD



       Olvido es mi tía por parte política.  Tiene unos sesenta años.  Desde el principio  nos caímos bien, fue una especie de química inmediata. No es que nos veamos mucho, pero cuando se da esa circunstancia las dos nos alegramos, eso se nota.
        Hace unos días coincidimos en un entierro. La encontré muy cambiada, no sé, con una nueva luz, más joven, más alegre, con más vitalidad si cabe.
       -¡Qué bien te veo Olvido¡ ¿ Qué es de tu vida?
       -Qué quieres hija, pues sigo viviendo que no es poco.
       Habla de forma pausada, mirando a los ojos, como si esperara que, con la mirada, su interlocutor le dijera: ya te entendí sigue.
       - Desde que enviudé  estoy muy atareada- añadió- ¡Claro! Antes todo el papeleo lo llevaba Ramón, él se ocupaba de todo.
       -Ya. Te sientes muy sola ¿no?
       Olvido y Ramón siempre formaron  un matrimonio ideal, de esos que se envidian.
       -No es eso. Bueno ¡Claro que lo  echo en falta!
       - Sí. Erais un matrimonio muy bien avenido, supongo que tenías las mismas ideas sobre la vida, ¿no?
       - ¡Qué va! No teníamos nada que ver. Mira cuando yo era pequeña mi casa era un desastre. Mi padre, que era minero, nunca estaba cuando se le necesitaba y además era un inconsciente, un cantamañanas. Mi madre era la que se preocupaba e todo: que fuéramos al colegio, que estudiáramos, que jugáramos… Cuantas veces al volver  del colegio, a la hora de comer,  teníamos que ir a buscar a mi padre para que nos diera dinero para  la compra. Si es verdad que él no se enfadaba, nos daba lo que tenía y dos besos. Nunca nos pegó, eso sí es cierto,  que ¡a  mis amigas les daban  unas palizas!  En fin,  que mi casa era una auténtica anarquía y cada uno campaba por sus respetos. ¡Como mi padre era anarquista y de la CNT!... Pues si, cuando conocí a Ramón, todo orden, disciplina  y previsión, me  pareció que había conocido a Dios. Lo digo en serio. ¡Tenía una sensación de seguridad! .
       Se para y me mira francamente, luego pierde la vista en sus recuerdos y añade:
       -Es que Ramón era todo un hombre, muy serio, eso sí, pero muy íntegro. Tenía un código de moral muy estricto: “ No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”  y lo seguía fielmente aunque  costara un gran esfuerzo. ¡Imagínate! Se casó conmigo que siempre  viví sin orden ni control.
       -Pues los inicios serían terribles.
       -  El amor lo puede todo…..-cierra los ojos como para concentrarse-  Al principio me reprendía todos los días porque yo todo lo hacía mal, pero poco a poco nos fuimos acoplando.
       -Y tú ¿qué? ¿Aguantabas las reprimendas?
    -¡Qué cosas dices! ¡Pues claro! Él era  perfecto, nunca hacía nada mal. ¿Qué podía  hacer yo? 
       -¿Nunca le reprendiste tú a él porque algo de lo que hacía no te gustara?
       - Nunca. Bueno sí. Cuando Ramonín  tenía, no sé,  trece o catorce años no recuerdo bien que es lo que hizo mal. El caso es que el padre lo  castigó a no salir de su cuarto, sin comer ni nada, hasta que reflexionara sobre lo que había hecho mal y pidiera perdón. Yo sabía que el niño no iba  pedir perdón, porque están terco como su padre, así que le dije a Ramón que no era el castigo adecuado  para el chico, que había que darle un escarmiento, sí,  pero de otra forma.
        Olvido me miró como si esperara que yo le preguntara algo, sin duda era su forma de comprobar que estaba siguiendo su narración con interés.
       -¿Y qué pasó?
       -Pues me dijo que si no me gustaba como lo hacía él que lo hiciera yo y nunca más volvió a decirle nada al  crío hiciera lo que hiciera. Es más no le dirigió más la palabra hasta uno cuantos años después, cuando ya estaba casado y tenía dos hijos. Ramonín vino a pedir que les avaláramos para comprar una casa. Le dio el aval, pero antes paso un buen rato afeando la conducta de aquel entonces.
       Se calla y sonríe.
       -Ahora recuerdo porque fue. El crió llegó tarde a cenar , un cuarto de hora, y claro para Ramón las nueve eran las nueve. ¡ Cuantas reprimendas llevé yo por llegar unos minutos  tarde a misa! Para salir de excursión un domingo ponía una hora, les nueve por ejemplo y si no estabas a les nueve te caía el pelo. Si protestabas decía que pusiera la hora yo, pera luego a esa hora en punto había que  estar.. Y ¡qué no se te olvidara nada! Porque si en el momento de salir dabas la vuelta por algo ni te cuento. ¡Y yo que soy tan desastre, tan despistada! Constantemente me decía que me parecía a mi padre y no creas, eso me dolía porque lo decía en tono despectivo y yo, a pesar de todo, siempre quise a mi padre.
       -Oye Olvido, Ramón era un poco intolerante, me parece a mí.
       -Él era así. Muy buena persona  pero muy estricto.
       Vuelve a quedarse callada, recorre con la mirada  la entrada de la iglesia y se ríe.
       -¿Sabes una cosa? Desde que murió Ramón no voy a misa. Nunca fui muy creyente porque en mi casa eran ateos, ¡claro, de la cuenca y de izquierdas!  Pero nunca lo pude decir en público porque a Ramón eso le parecía muy feo. Y además como a la hora que me da la gana. .., y voto a quien me apetece…, y digo tacos cuando quiero…
       Su mirada se ilumina y afirma
        -Para decirte la verdad,  tengo la sensación de que al fin acabo de cumplir la mayoría de edad.  

    jueves, 17 de enero de 2013

    PAISAJE SUBMARINO. Fotografía de Fernando Moreno.


    Las fotos del mundo submarino siguen asombrándome. Belleza en estado puro.


    HÓRREOS Y PANERAS DE MI TIERRA.

    Una panera muy tradicional






    ÁFRICA. Fotografía de Beatriz de la Iglesia.

        Esta vida es muy ajetreada y hay que echarse una siesta  de vez en cuando.


    domingo, 6 de enero de 2013

    LOS COLORES DE LA NATURALEZA. _Ciclamen

     Comienza a florecer el ciclamen. Estará floreciendo todo el invierno y es la alegría del jardín en esta época del año


    sábado, 5 de enero de 2013

    UNA NOCHE MOVIDITA


      Manuela, tiene unos increíbles ochenta y muchos años, y digo increíbles porque aún conserva la lucidez de su  madurez. Es bajita, de pelo entrecano, rizado  y corto. Si la ves en casa no tiene dientes y esto le da una apariencia de agradable  ancianidad, esa especial belleza exenta de arreglos y pinturas que aparece cuando se ha aceptado que  la juventud e incluso la madurez  han desaparecido definitivamente. Para “salir” se pone la dentadura.  Para ella  sus dientes postizos son una cuestión cosmética, un símbolo de coquetería femenina nunca abandonada y lo cierto es que   no está favorecida aunque parezca algo más joven. Con los dientes puestos adquiere una  expresión  como de “ dentera”, parece que se encuentra permanentemente incómoda.    
       Tiene unos enormes juanetes con los que ha convivido toda su vida, pero  a la vejez  se han convertido en un autentico martirio a la hora de ponerse unos zapatos. Así que cuando anda por casa, con unas zapatillas muy cómodas en las que ha perforado  dos enormes agujeros por los que los juanetes afloran a su libre albedrío, camina de forma airosa y  ágil. Pero cuando se trata de “salir”  se calza unos zapatos de piel de tafilete, que le han costado una fortuna y en los que los juanetes se encuentran aprisionados y constreñidos y le obligan a caminar como si estuviera pisando huevos  a la par que  suspira pacientemente a cada cuatro pasos.
       Vive a caballo entre Madrid y Asturias.   En Asturias tiene su piso de toda la vida, pero pasa largas temporadas con su hija menor  que está soltera y vive en Madrid.
                 
       Durante las Navidades pasadas,  Manuela y su hija Elena  decidieron  pasar la Noche Buena con su hermana  Marina y su cuñado Juan; un matrimonio sin hijos de costumbres castrenses, que también viven en Madrid aunque a cierta distancia,  cuatro o cinco kilómetros  por lo menos.
       Manuela se arregló con minuciosidad para ir a casa de su hija mayor: fue a la peluquería, se vistió con sus mejores galas  y finalmente, se puso los dientes y los zapatos de tafilete. Una vez preparada tuvo que esperar  a Elena  porque la chica había ido a celebrar la fiesta con los amigos de la oficina. Se puso un poco nerviosa, no por ella misma,  en realidad  es un poco ácrata,   sino porque no quería  que su yerno, que vive toque de trompeta,  tuviera  que esperar por ellas.
       Al fin llegó Elena y decidieron tomar el metro por ser el medio de transporte más rápido, en especial en esas fechas. La elección no fue acertada porque  el metro cerraba a las diez y la gente se aglomeraba para coger los  últimos trenes.
       Manuela empezó a pensar que los zapatos de tafilete no eran los más adecuados  a la circunstancia pero no dijo nada porque sabía que su hija le recriminaría   por habérselos puesto. Con gran sufrimiento  llegaron a la casa de Marina  bien  pasadas las nueve y media.
       Llamaron a la puerta, el silencio era absoluto. ¡Nada! No contestaba nadie. Manuela y Elena se miraron sin decir nada, estupefactas. Cuando empezaban a preguntarse si  tendrían que irse, se abrió la puerta sigilosamente y apareció Marina en camisón.
      -¿Qué hacéis aquí a estas horas?
      -Venimos a cenar –contestó Elena y viendo que su hermana la miraba asombrada añadió- Hoy es Noche Buena y habíamos quedado ¿no?
       -Pues sí, pero ya hemos cenado y estamos en la cama, es muy tarde –contestó Marina con un hilo de voz.
       -¡Si no son ni las diez! –protestó Elena.
       -Sí pero habíamos quedado a las nueve aseguró Marina.
        A todo esto Manuela y Elena estaban en el descansillo de la escalera y Marina había salido entornando la puerta de entrada a la casa.
       Se produjo un largo silencio…
        -Nosotros ya estamos acostados, si queréis venís a comer mañana que es Navidad –dijo Marina como por compromiso.
        -¿Qué dices! No.  Nos vamos, ya hablaremos.
        A Elena no le cabía la indignación, pero no quería reñir con su hermana por no disgustar a Manuela.
       -Pues hasta mañana –dijo Marina y sin más les cerró la puerta en las narices.
       Manuela no llora nunca, pero se quedó muda.
       Cogieron el ascensor y salieron a la calle. Ya no había metro, así que comenzaron a caminar  con la idea de buscar un taxi. Y caminaron y caminaron porque tampoco había taxis. Manuela se quitó los dientes a medio camino, pero los zapatos eran otra cuestión. Sufrió más que en los partos, más que cuando expulsó la solitaria, fue un sufrimiento total….  Tanto  que no dijo ni palabra, ni tan siquiera fue capaz de suspirar cada cuatro pasos.
        Cuando llegaron a casa  Elena sacó los embutidos y conservas que había en la cesta de navidad que le había regalado la empresa y preparó una cena improvisada. Manuela después de quitarse los zapatos y meter los pies en agua caliente con sal pudo decir:
       -La culpa es de él.

    jueves, 3 de enero de 2013

    ÁFRICA. Fotografía de Beatriz de la Iglesia

                                                       ELEFANTES

       De ser animal me gustaria ser elefanta, chica , que van por la vida acompañadas de sus hermanas, hijas, nietas, primas, biznitas, algún nieto o biznieto, etc.  Desde luego  no me gustaria ser elefante, chico, que andan solos de una lado para otro y como mucho se unen a otros machos perdidos, siempre en busca de hembras que sólo los quieren para lo que los quieren, y luego fuera.

    HOMBRES Y MUJERES

    EGIPTO


        La foto está hecha en 2.009, en  un parque lúdico de El Cairo, cerca de las pirámides. Salvo nosotros, todos los visitantes del parque eran mayoritariamente egipcios o el menos islamistas.
     Los hombres y los niños vestían al estilo accidental salvo alguna excepción que siempre correspondía un hombre de cierta edad, en ningún caso un joven. Por el contrario, las mujeres, a partir de los diez o doce años vestían según las normas del Islam, y sólo unas pocas jóvenes se atrevían a salir con pantalones y sin el velo correspondiente, si bien  no cubrían su rostro como las de otras zonas. Era invierno, unos veinte grados, pero es lo mismo que sea verano, la norma es inflexible... para las mujeres....








    PILARINA Y LAS LIBRETAS.


      Pilar miraba su tienda con lágrimas en los ojos. Oscura, con unas estanterías de madera desangeladas, en las que aún quedaban vestigios de cajas vacías. Las antiguas básculas dormían su vetustez en la penumbra. Los ganchos de los que antaño colgaban jamones, chorizos, calderos, candiles, madreñas etc.,  seguían adheridos al techo, inútiles. Múltiples objetos y artilugios se distribuían entre los mostradores de madera blancos de tanta lejía y arena, aunque llenos de polvo. Unas cuantas piñas, inalteradas, permanecían en un cajón de madera.

      ¡Qué cosas!  No hace no tanto tiempo que las mujeres  venían  a comprar  tres huevos, todo lo más media docena. Los teníamos dentro de un cajón, amontonados  y los mirábamos con una bombilla para ver si estaban  bien. Luego se echaban en una cesta de aluminio  plegable que traían  las clientas para  que no se rompieran,  El café, se vendía  de cincuenta  en cincuenta  gramos, como mucho cien, y se molía  con un molinillo  de “motor”, que en pocas  tiendas lo tenían. Se pesaba en  una bolsa de papel, que estaba muy caro, pero claro, se cobraba a precio de café. La mayonesa se vendía al peso y se echaba en un recipiente que también trían las clientas de casa, en total dos cucharadas o tres cucharadas… Todo a granel y a poquitinos.  Así que para ganar un duro tenías que despachar mucha mercancía,  no como ahora que todo viene  empaquetado y a lo grande.
       Y no teníamos  horario, ni fiestas ni nada.  Hoy tienes que tener la despensa  llena para el  domingo porque no abre nadie. En realidad estaba prohibido abrir  después del horario permitido,  pero nadie hacía caso. Algunas veces pasaban los municipales, los invitabas a un bocadillo de jamón  y un vasin de vino y todo  resuelto.
       Todo el mundo pensaba que los tenderos éramos ricos, sí…, en deudas. Si me pagasen todas las  libretas que tenía pendientes cuando me jubilé, tendría alguna perruca.

       En una estantería de la trastienda se acumulaban  una maraña de papeles entre los que se encontraban un montón de libretas. Eran unos cuadernos “ de rayas”  de un tamaño aproximado a la mitad de un folio. Tenían las tapas de cartulina azul – grisaceo , mugrientas, se leía con dificultas la palabra “ cuaderno” escrita de forma diagonal y con letra cursiva. Sus páginas interiores, amarillentas y llenas de manchas de todo color e índole se podían leer, no sin cierta dificultad,  fechas, números y cuentas, todo ello escrito con lápiz, una vez más nítido y en otros casos tan borroso que era imposible saber lo que ponía.  A veces estaban tachadas y ponían pagado, pero todas ellas acababan en una larga lista sin tachones y algunas, al final y en números más gordos,  presentaban un total que oscilaba entre las tres mil  y las veinte mil pesetas.

       Esta sí que tiene cara. La pobre  estaba casada con un borrachin que le dio una vida de perros. Tenía cuatro hijos, tres niños y una nena y las pasó canutas. Al principio me pagaba a  primeros de mes, en cuanto cobraba el marido, pero poco a poco fue alargando el pufo y estuvo dos años mandando a la niña a por fiado. Ella no daba la cara no, venía la cría que estiraba la mano con los ojos puestos en el suelo y decía:  “ que dice mi mamá  que lo apuntes”. ¿Qué podía  hacer yo?
      Yo bien sabía que iba a otro sitio a comprar con las perras en la mano y que sólo  mandaba a la niña aquí cuando no tenía un duro. Pues el caso es que pasó mucho tiempo y la cría no venía.  Ella enviudó y prosperó mucho, pero no asomaba por la tienda. Un día me enteré que andaba diciendo por ahí que había dejado de comprar en mi tienda porque robaba en el peso y apuntaba de más en la libreta… ¡Se  me cayó el alma a los pies! Y todo para no pagar el pufo que tenía, ¡Bueno! El que tiene porque todavía está ahí.
      Ahora van a las grandes superficies y sí, puedes pagar con tarjeta, pero si al mes siguiente no pagas se acabó. Decían que los tenderos éramos unos aprovechados, lo que hicimos  fue ayudar a levantar un país que vivía permanentemente en crisis.
     Y ya ves, hace unos cuantos años que no ganaba ni  para pagar los autónomos para la jubilación, pero todo llega… Con la jubilación se cabó la tienda y los apuros.

    Pilarina hacía estas reflexiones en 1994, han pasado casi veinte años y si levantara la cabeza pensaría que hoy sería muy necesario contar con esos tenderos que vendían  de cien en cien gramos,  fiaban… y podías contar con ellos en cualquier momento.

    Y desde aquí quiero hacer un homenaje a los  tenderos  de mi barrio.  María, Lela, Rosario, Constantino y otros cuyo nombre no recuerdo, que como Pilar, vendían a poquitinos, apuntaban en la libreta y atendían en cualquier momento cuando la despensa estaba vacía y el dinero era escaso.