domingo, 4 de diciembre de 2016

EN EL OTOÑO DORADO


 Óleo de E. Llorca



El otoño es la estación del reposo después de la cosecha, cuando la naturaleza ha dado sus frutos  y se adorna  de espléndidos colores melancólicos acogedores y confortables,  sin agobios, sin calores,  con alguna que otra tormenta  y,  aún,  muchos días  gozosos.

En las estaciones de la vida,  al pasar de los sesenta comenzamos entrar en el otoño de nuestra existencia. Sí, es la edad del deber cumplido, de los recuerdos, y como el otoño nos adornamos de nuevas cualidades cálidas y acogedoras :el  amor por el amor, la ternura, la paciencia, darlo todo sin esperar nada, existir para vivir, simplemente… y totalmente.

 Y es dorado, porque han quedado atrás las grandes responsabilidades. Ya hemos cumplido, con el trabajo, con nuestros hijos y en muchos casos con nuestros padres. La responsabilidad ya es de los más jóvenes, y si adquirimos alguna obligación es de forma voluntaria. Pero  aún nos sentimos vivos, con ganas de  gozar de la vida plenamente,  con algunas limitaciones impuestas por los achaques  y la economía, eso es verdad, pero podemos disponer de nuestro tiempo, de nuestra actividad…

Podemos  hacer cosas que nunca pudimos por falta de tiempo: Leer, escribir, pintar, participar en distintas actividades culturales y físicas, viajar, ir al baile, salir con amigos y hasta ver en la tele lo que nos apetece y  a cualquier hora… Repito, con  las limitaciones de la edad, pero en la balanza pesa más el placer de seguir viviendo  más sabios, más libres, más conscientes

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