domingo, 3 de enero de 2010

AYMAN GHAREEB . El mejor de los guías

El 17 de diciembre, el día de la gran nevada, salimos de Asturias hacia Egipto. El tren parecía el medio más seguro para llegar a Madrid y así fue.

El trayecto Gijón –Madrid fue inolvidable: estaba todo nevado: ¡un espectáculo impresionante!

Cuando llegamos a Madrid había huelga de taxistas y nos vimos negros para llegar al hotel. Al día siguiente el vuelo a Egipto salió a su hora y a las seis de la tarde llegamos a Assuan.

Inicialmente estábamos un poco desconcertados porque los letreros estaban en árabe, pero enseguida apareció Ayman.

Ayman es un hombre alto, bien parecido y habla un español casi perfecto. No tuvimos problemas, enseguida se hizo cargo de nosotros y todo fue sobre ruedas. Nos montó en un autobús y se presentó:

-Me llamo Ayman y voy a ser su guía en este viaje por Egipto. Para empezar voy a saludarles: Salamalicub ( algo así) Es nuestro saludo, que no significa serás maricón.

Todos nos reímos y luego pasó a hacernos algunas recomendaciones que resultaron muy útiles.

Después de media hora de trayecto llegamos al “Opera”, un barco muy acogedor y lujoso en el que viajaríamos durante tres días.

Ayman estaba pendiente de todo y de todos, no se le escapaba nada. Como, llamémoslo, “afitrión” hacía su trabajo de forma impecable.

Al día siguiente comenzamos el recorrido turístico propiamente dicho y Ayman resultó ser un guía enterado y entusiasta que te hacía ver las cosas con los ojos de un egipcio de hace cinco mil años. Nos asombraba su conocimiento de todo lo relacionado con la civilización egipcia y contestaba a cualquier pregunta dando toda clase de explicaciones. Nada que ver con un guía de los que se sabe el discurso de memoria.

Al fin averigüé que está casado con una española, granadina para más señas y tiene dos hijos, de ahí su buen español. Además es egiptólogo, e incluso ha trabajado durante algún tiempo en las excavaciones más recientes y en el museo de El Cairo, de ahí el gran dominio del tema y su emoción ante la cultura de sus antepasados.

Los tres días de crucero por el Nilo fueron maravillosos en todos los sentidos y en buena mediada fue así gracias a Ayman.
Al cuarto día nos trasladaron a El Cairo, a un hotel muy bueno: El Mövenpick, pero con dos grandes inconvenientes: Estaba a veinte teóricos minutos de El Cairo, pero, en realidad, era una hora y cuarto.
Y, como no había nada alrededor, estabas condenada a estar en el hotel cuando volvías de las excursiones. Y lo que es peor, en el hotel no estaba Ayman, que te lo hacía todo tan fácil. ¡Cuánto lo echamos de menos!

Gracias Ayman por haberme hecho tan agradable mi viaje a Egipto.

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