miércoles, 31 de marzo de 2010

¡CARAY CON SOR MARÍA DE LA PURIFICACIÓN!

Empecé al cole a los cinco años, allá por los cincuenta. Era un colegio de monjas que..., ¡vaya tela! Parecíamos cucarachas, me pusieron un uniforme negro con cuello blanco de quita y pon y capa negra. Yo estaba más que asustada, además la monja que nos recibió, toda de negro con aquella cosa blanca en la cabeza me pareció un fantasmón. ¡Anda que llevaban unas pintas! Tenia una especie de castañuela ovalada con la que daba unos chasquidos para imponer silencio. Yo no sé si es porque las canciones se quedan para toda la vida, lo único que recuerdo es que cantábamos:
"Van 3 noches que no duermo la la , van 3 noches que no duermo la la, pensando en mi pollito la la....."
Pasé mucho tiempo de rodillas cara a la pared porque parece ser que era un trasto. Yo me recuerdo de otra forma: un poco quijotesca y muy creativa.
A los 9 años nos dividimos, unas iban para cultura general, que conste que no sé muy bien en que consistía aquello, y otras a prepararnos para el ingreso de bachillerato. Aquello me pareció un poco duro, aunque reconozco que aprendí a no poner ni una falta de ortografía, ¡cualquiera no, si tenias una falta debías repetirla hasta 500 veces!
El sistema pedagógico consistía en memoria y más memoria aderezada con premios, castigos, medallas y bandas: de colores y negras. A mi me pusieron 3 bandas negras a la vez: por no saber, por no haber llorado al colocarme la primera, señal de que no estaba arrepentida y luego otra por no llorar cuando me colocaron la segunda. Mi orgullo estaba por encima de las dichosas banditas. Pero cuando me castigaron a mostrarme con mis tres bandas negras en clase de los niños, que iban solo hasta los 10 años, me desmoroné.
Hasta 2º de bachiller estudie medianamente bien, a partir de ahí fui un desastre, no me gustaban las clases: memoria y más memoria, y prefería estar ensimismada en mis pensamientos o bien leyendo que era una de mis grandes pasiones.
Hasta que apareció Sor María de la Purificación ( la Puri ). Era joven y
guapa: morena con unos ojos enormes, dientes perfectos y unos hoyuelos que cuando se reía le daban una apariencia a la vez angelical e inteligente. Me ayudaba sentándome en la tarima, sobre la mesa del profesor y para que me animara me llenaba de halagos y caricias: ¡Era un cielo!, nos tenía a todas emocionadas. Y por si eso era poco, sus clases eran muy buenas. Yo les contaba a mis padres maravillas de la monjita que tanto me quería y ellos estaban encantados.
Unos cuantos años después de dejar el cole me encontré con una monja de mis tiempos y le pregunté por Sor María de la Purificación. La monja se puso lívida y me dijo entre dientes que ya no estaba.
Años después, mis antiguas compañeras me vinieron a preguntar que si quería pertenecer a la asociación de antiguas alumnas. Nos pusimos a recordar los viejos tiempos, y ¡claro!, salió la Puri. Evoqué extasiada lo buena que era y lo que me quería y comprobé con asombro que todas me miraban con cara de mal disimulada risa.
-¿No estas enterada?
-¿De qué?
-¿De verdad no sabes nada?
-Me estáis intrigando…
Marichén, que siempre tuvo mucho desparpajo me dijo con cierta picardía:
-Sor María de la Purificación vive en Francia con Sor Teresa, una monja que vino al cole al año siguiente de marcharte tú.
-¿Qué quieres decir?
-Que era eso… _Marichén no se atrevía a soltar la palabra adecuada, todavía era una palabra prohibida.
-¿Queréis decir que era lesbiana?
-Tú lo has dicho.
Me quedé sin palabras. Todas me miraban esperando mi reacción ¡Cómo yo era su favorita! ¡Qué cerdas, se estaban vengando! Desde luego no me hice de la asociación y a día de hoy no sé como encajar el golpe.

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