sábado, 24 de abril de 2010

PAULA ECHEVARRIA. Dignidad y pundonor.

Fue mi alumna cuando estaba en 3ª de ESO. Nuestra relación fue la más normal entre una profesora de Física y Química exigente y una jovencita cumplidora a la que no le gustaban mucho las fórmulas y los algoritmos. También le di clase a su cuñada Nati durante cuatro deliciosos años. Nati era, y sigue siendo, un prodigio de sensibilidad y ternura que dejó una huella muy profunda en mi corazón.
Cuando finalizó el curso, o al año siguiente, no recuerdo bien, fui a Candás a las fiestas del Cristo y, para mi sorpresa, allí estaba Paula, en lo alto de una carroza, bellísima y con una sonrisa madura de profesional de toda la vida, una reina de las fiestas a la altura de las circunstancias. Me dio un pálpito, supe que llegaría muy lejos.
Siempre que me encontraba con su padre, ahora parece que lo veo menos, le preguntaba por la chiquilla, lo hago con las madres y padres de todos mis exalumnos. Así fui siguiendo su carrera profesional. Siempre que podía, veía sus intervenciones y cómo prosperaba día a día, con cierto orgullo de exprofe, para qué negarlo.
Luego se casó con Bustamante, un chico muy agradable por su sencillez y cercanía, una pareja estupenda, y ambos potenciaron su popularidad.
Y Paula sigue creciendo con dignidad y pundonor, sin intentar ganar famoseo vendiendo su vida o su físico en revistas y televisiones, manteniendo ese candor de provincias, no ordinariez y desvergüenza, ese algo que me invita a decir con orgullo: yo fui profesora de Paula y de Nati.

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